“Delfín” ó “En la punta del dedo meñique” ó “Vuelto a enredar”

Y dar vueltas por la casa demorando la tarea.
Y pensar, mientras se da vueltas por la casa, que se terminó.
Sentir que se terminó.
Tener la certeza del fin de algo, del fin de eso, del fin de un fin.
Y seguir dando vueltas por la casa y enrollar un ovillo de imágenes de sucesos
que en verdad no fueron.
O, desenredar y volver a enrollar por la casa los hilos de la memoria extraviada.
Y tener en la punta del dedo meñique la certeza de que se terminó,
como se tiene o sostiene la puntita del hilo del fin de la madeja que vuelve a ser ovillo
(o que por fin es ovillo) para, pronto o tarde, ser tejido y vuelto a enredar.

“Delfín” ó “En la punta del dedo meñique” ó “Vuelto a enredar”


.

La palabra dibujará...


La palabra en la boca,
el puñal en la mano.

El puñal en la boca,
la palabra en la mano.

La palabra en la mano.
Dame,
dime,
dejame.
La palabra en la mano
la palabra en la mano
la palabra en la mano.
Soltame.

(Trabajo en proceso. Propuesta para instalación)

Inspirada en las Instrucciones de Cortázar... lo que sigue es solo un ejercicio

Instrucciones para decir “te quiero” y huir después


No pensar.
Armar en la punta de la lengua la palabra “te”, escribirla, sin filtro escupir la palabra “quiero”, escribirla también. Ahora repetir sin sentir: te quiero-te quiero- te quiero- te quiero (como si se dijera semáforo, da igual) y no dejar espacio para respuesta.
Tomar aire con la mente en blanco, y si en ese preciso momento llegara de haber alguien del otro lado y osara permitirse un “yo también”, entonces, pero solo entonces y sin retirar lo dicho, volver sobre los propios pasos sin pausa, con prisa.
Quedará el sonido solamente, retumbando, de esa inútil construcción vaciada de valor en la cabeza de la presa oyente.