Y dar vueltas por la casa demorando la tarea.
Y pensar, mientras se da vueltas por la casa, que se terminó.
Sentir que se terminó.
Tener la certeza del fin de algo, del fin de eso, del fin de un fin.
Y seguir dando vueltas por la casa y enrollar un ovillo de imágenes de sucesos
que en verdad no fueron.
O, desenredar y volver a enrollar por la casa los hilos de la memoria extraviada.
Y tener en la punta del dedo meñique la certeza de que se terminó,
como se tiene o sostiene la puntita del hilo del fin de la madeja que vuelve a ser ovillo
(o que por fin es ovillo) para, pronto o tarde, ser tejido y vuelto a enredar.
“Delfín” ó “En la punta del dedo meñique” ó “Vuelto a enredar”
.
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