Salir como permanecer

Lava roja como grieta de pared de edificio de departamentos. Estoy ahí sin estar. Me río de mi monstruo. Escalas, distorsiones y matices. Cielos que son mares, mares como babas espumantes. Antenas, chimeneas, tanques de agua. Lo viejo ¿se renueva? Paredes como jardines de musgos que chorrean. Chorrear, derretirse, exponerse, irse. Lo antiguo entreabierto pero velado. Fugarse por un agujero en forma de lava roja. Dormirse y no descansar. Hace tiempo que ya no es de noche pero atardece cada vez. Ventanas como agujeros, sombras como agujeros. Salir del agua del río, salís del agua y yo me río. Monstruo de la realidad que invento. Muta, se va corriendo, se esconde. Alberga bondades y terrores. Como animales que somos damos besos amargos dulcemente. Cuido al mismísimo árbol al que le doy miedo. Nada puede ser…entonces será todo. El fantasma de la naturaleza persigue, está al acecho detrás de jardines que crecen en las paredes del edificio que no se habita. La casa está vieja. Salir como permanecer. Y es esa bestia generosa que no deja de retenernos con su lengua lánguida y doble. Todo lo ocupa: el cielo y la tierra, la masa y el vacío, lo nuevo, lo perdido, lo blando, lo sólido, lo persistente y lo efímero. Todo lo ocupa un recuerdo. Todo lo ocupa el recuerdo, como una bestia buena que no sabe partir.
(En el contexto del curso de ilustración dictado por Gabriel Pacheco, dic. 2013)




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