Que se le conceda a la humanidad la lucidez de dejar de ver (solo) los contornos.

¿¡Cómo no vas a enamorarte de ella si es la propia belleza de la mujer imaginada!? Fina, dulce, delgadísima como una espiga y alta (mas alta que vos por cierto).


Me pregunto, apropósito de esta noticia de que te has enamorado, si existirán hombres que logren (deseen) correr los márgenes de la belleza ideal, exquisita y externa (principalmente externa). Si alguien encontrará belleza soñada en las cicatrices de mi cara, si dejará de ver el defecto de mi dentadura, si no centrará importancia en el diminuto tamaño de mis pechos, si logrará amar el desorden de mi pelo, la punta de mi nariz enrojecida cuando lloro, la chuequera leve de mis piernas, la inmensidad de mi espalda, la pequeñez de mis ojos.

Pues prefiero que se le conceda a la humanidad la lucidez de dejar de ver (solo) los contornos.

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